El mundo de los piratas ha despertado siempre gran atención y su edad de oro (1695-1721) ha servido para alimentar nuestros juegos de infancia con personajes como Barbanegra o Henry Morgan y la ficción cinematográfica con ilustres conocidos como el Capitán Garfio o Jack Sparrow. Pero lo cierto es que lejos de ser unos románticos villanos, la realidad de los piratas era mucho más dura y menos glamurosa: la mayoría de ellos era tremendamente pobre y sus ataques no solían tener como objetivo cofres llenos de doblones y monedas de oro sino la búsqueda de comida -el hambre era su fiel compañera- y medicinas -era raro que un pirata sobreviviera más de dos años en el mar debido a la sífilis y al escorbuto-.

 Pero quizá lo más llamativo de la realidad de los piratas era su meticulosa organización y -aunque resulte irónico- su profundo sentido de la justicia, algo que dista mucho de la imagen déspota y casi caótica que tenemos de ellos.

 He aquí unos ejemplos:

  • Los piratas capitanes de la tripulación no tomaban el poder a punta de machete sino que eran elegidos democráticamente y sólo actuaban como capitanes -es decir, mandaban- durante los momentos comprometidos, es decir, los abordajes.
  • El poder real lo ostentaba el contramaestre, que también era elegido democráticamente y lo hacían votando a la persona más honesta y fiable a bordo del barco, ya que era el encargado de gestionar la comida y la bebida, resolver los conflictos internos y repartir el botín.
  • Todo lo que se obtenía en un botín se vendía -salvo comida y algunas medicinas- y el dinero se repartía de forma proporcionada -el capitán y el contramaestre recibían sólo un poco más de dinero que el resto- y el 25-30% del botín se reinvertía en el mantenimiento del barco.
  • Todos los barcos tenían un código interno redactado por los capitanes y aprobado por todos los miembros de la tripulación. No cumplir alguna norma podía suponer desde ser abandonado con sólo una botella de agua y una pistola (ej: por esconder secretos o llevar una vela encendida sin un farol -la seguridad mandaba-), hasta la condena a muerte (ej: por no respetar a las mujeres).
  • El primer hombre en avistar un barco recibía la mejor pistola para abordarlo (también trabajan por objetivos) y en caso de perder una extremidad, recibían una gran compensación económica (tenían su propio sistema de seguridad social).

Adaptado a nuestro entorno actual, son varias las reflexiones que podemos extrapolar del mundo pirata y que parecen seguir vigentes hoy en día:

1) Cuanto más extremo es el entorno, más sencillas deben ser las reglas. Y deben estar bien definidas y consensuadas por el equipo. Toda información que no des será información que la gente interpretará y cada uno lo hará a su manera.

2) Cuanto más hay en juego, más importante es mantener los valores para no traicionar a otros y sobre todo a nosotros mismos. Aprovecha los momentos de calma para crear los valores que se usarán en días de tormenta.

3) Respetar el orden en los procesos debe ser innegociable e independiente de los recursos de que se dispongan. Carecer de tiempo o recursos no es excusa para no hacer bien las cosas. Sabiendo que nunca estarán perfectas porque no vivimos en mundos perfectos…

4) Si los piratas tenían un ojo en el presente y otro en el futuro -reinvirtiendo los recursos en mantener y mejorar el barco-, nosotros también podemos (y quizá debemos) hacerlo.

5) Puede que algo de lo que hagas en tu barco (organización) no tenga sentido en otro, pero lo importante es que en el tuyo sí lo tenga. Cada organización (empresa, familia…) es un barco distinto y no debe sorprendernos que en otro lado hagan las cosas de forma distinta. Lo importante es que cada miembro tenga clara cuál es su responsabilidad y por qué y para qué se hacen las cosas de esa forma.

 ¿Cuál es el código pirata en tu organización? ¿en tu familia? ¿cuáles son las 3-4 cosas de más importancia para cada uno de sus miembros? ¿se respetan?

 Quizá ya lo tengas y si no, lo bueno es que nunca es tarde para el abordaje.

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