¿Eres de los que odian los lunes o te encantan? Todos sabemos que para mucha gente el lunes no es precisamente su día favorito de la semana…

 Un estudio publicado en 2006 fue un paso más allá al revelar un patrón en cuanto a los días en que se produce el mayor número de muertes por infarto, siendo menor en fin de semana y mayor…sí, los lunes… El riesgo de muerte por infarto es un 20% mayor en lunes que en cualquier otro día de la semana en el caso de los hombres y un 15% en el caso de las mujeres. Y adivina qué: la hora a la que se producen más infartos es el lunes a las 9 de la mañana…Parece pues que tenemos más miedo al trabajo que a la propia muerte…

Varios estudios posteriores achacaron este aumento no sólo al factor principal, el estrés de la vuelta al trabajo tras el fin de semana, sino también a los hábitos poco saludables del fin de semana (ej: alcohol). La sorpresa vino en un estudio cuya población estaba formada exclusivamente por personas jubiladas (es decir, sin estrés laboral) que poseían hábitos saludables y que no tenían pseudotrabajos estresantes (como cuidar de sus nietos). Sorprendentemente, este grupo también contaba con muchas más muertes los lunes por la mañana. ¿Qué sucede entonces? Y lo más importante, ¿podemos hacer algo para afrontar la semana de otra forma?, ¿para tener mejor salud pese al estrés con el que convivimos?

A finales de los 70, la psicóloga Suzanne Kobasa acuñó el término “personalidad resistente” para describir a aquellos rasgos de la personalidad que diferenciaban a los managers y ejecutivos que se mantenían saludables incluso ante situaciones de estrés respecto a aquellos otros que mostraban problemas de salud como consecuencia de este estrés. Años más tarde, desarrolló dicho concepto junto a Salvatore Maddi y concluyeron que los individuos con personalidad resistente se enfrentan de forma activa y comprometida a los estímulos estresantes, percibiéndolos como menos amenazantes. Estas personas, en lugar de enfermar a causa del estrés, aprovechan las circunstancias difíciles como una oportunidad para progresar. Y la mejor noticia es que si no venimos así de fábrica, podemos trabajar para ver el vaso medio lleno en lugar de medio vacío. Esto podemos desarrollarlo mediante tres vías:

 1) Compromiso

Las personas con personalidad resistente tienen un profundo sentido de propósito en lo que hacen. Lo que hacen debe tener sentido y aunque su empresa sea un barco a la deriva, no renuncian a sus valores más profundos y se comprometen con sus propios valores. Por ejemplo, si la creatividad y la honestidad son dos valores importantes para la persona, intentan aplicar ambos a cada cosa que hacen en el día a día, sabiendo que saltárselos un día es motivo suficiente para que todo pierda sentido. De hecho, cuanto más adversa sea la situación, más necesario es conectar con nuestra esencia y aplicar dichos valores. Los valores se construyen en la luz y se utilizan en la oscuridad.

 2) Control

 Se basa en considerar que tú eres quien domina los acontecimientos y no ellos a ti. Las personas con personalidad resistente no gastan esfuerzos en aquello que no pueden controlar, sino que centran sus energías en lo que pueden hacer dentro de su zona de control y sufren menos estrés gracias a ello (a veces, aceptar que no se puede hacer nada es la mejor de las soluciones).

 3) Reto

Según Kobasa, las personas con personalidad resistente afrontan los cambios como una oportunidad de crecimiento, no como una amenaza a la estabilidad. Incluso si da miedo enfrentarse a un reto, la sensación de haberlo superado es lo suficientemente grande como para animarse a ello (de ello dábamos ejemplos en nuestro post sobre el miedo escénico y el salto del trampolín). Sólo debemos pensar en algún reto al que nos lanzamos en el pasado para observar lo bien que nos sentimos después de conseguirlo.

Marcarse un reto además reduce la aparición de burnout (estrés laboral prolongado) y lo curioso de todo ello es que es un círculo que se retroalimenta: las personas que muestran rasgos de personalidad resistente responden positivamente al estrés (no se “queman” tanto) y esto impacta positivamente en su salud, con la consiguiente reducción del estrés.

Es interesante empezar por retos pequeños y asequibles para que experimentemos esa sensación de logro. Un ejemplo sería el reto “10 de 10”, que consiste en comprometernos a realizar algo nuevo una vez a la semana durante diez semanas (ej: probar un deporte nuevo, leer un libro en inglés, conocer un sitio nuevo de la ciudad, ir a un evento nuevo de networking, etc).

Compromiso con nuestros valores, centrarnos en nuestra esfera de control y empezar la semana con la actitud de afrontar un reto que nos haga aprender algo nuevo son tres claves que nos pueden ayudar a construir nuestra personalidad resistente.

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