Leyendo uno de los libros de Jon Gordon (The Energy Bus), recientemente descubrí una teoría que ha cambiado la manera en la que veo mis días: los buenos y en especial los no tan buenos.

En uno de sus capítulos, el autor habla sobre lo que sucede después de jugar al golf: la gente normalmente no piensa en todos los golpes malos que han dado sino que recuerdan principalmente el mejor golpe que dieron ese día. El hecho de pensar en ese golpe y en las buenas sensaciones que les dejó es lo que hace que quieran volver a jugar y es lo que vuelve al golf sea tan adictivo. El autor compara esto con la vida y con cómo a menudo nos acostamos pensando en todo lo que fue mal durante el día en lugar de aplicar la teoría del golpe bueno, de pensar en lo mejor que nos ha pasado en el día. Esa reunión que fue bien, esa persona con la que hablamos después de mucho tiempo, esa conversación agradable; en definitiva, esa situación de éxito que nos inspira y motiva para comenzar un nuevo día con ganas de crear más y de volvernos «adictos a la vida».

Si los que juegan al golf dan una media de 70 a 100 golpes y sólo se acuerdan del bueno, de cómo se sintieron y de las ganas de volver a jugar que tienen, ¿por qué no hacemos lo mismo con los eventos que nos pasan cada día?

Esta reflexión me hizo pensar en la cita del entrenador de la NFL Mike Smith que compartíamos en un post anterior sobre cómo construir un equipo de alto rendimiento: «Nunca días malos, sólo momentos malos»

Desde que leí el capítulo, cada noche antes de acostarme he decidido pensar sobre lo mejor que me ha pasado en el día. En mi caso, lo comparto con mi hijo de 5 meses porque resulta más poderoso cuando lo verbalizamos y de paso creo una unión especial con él. Los resultados hasta ahora han sido increíbles.

Esto me ha abierto los ojos sobre dos aspectos: 1) Es increíble ver cómo, incluso en un día malo, siempre hay algo bueno que nos ha pasado. Sí, a veces toca rascar más para verlo, pero siempre hay algo. 2) Si lo pensamos bien, en un día tenemos muchas más situaciones de éxito que de fracaso. Que no se nos olvide…

Te invito a probarlo, a terminar el día reflexionando sobre lo mejor que te ha pasado y te animo a que lo compartas en voz alta contigo mismo o con los tuyos. También puedes preguntar a la gente que te rodea (amigos, familia, compañeros de trabajo) por sus «golpes buenos» del día por tres motivos: 1) les mostraremos que nos preocupamos por ellos;, 2) sus historias de pequeños éxitos nos ayudarán a encontrar los nuestros y 3) al preguntar,  quizá nos sorprendamos al ver que somos responsables de parte de lo bueno que les ha pasado en el día.

Feliz golpe,

Pedro Díaz Ridao

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