En esta sociedad actual dominada por la incertidumbre, resulta paradójico que las empresas teman al riesgo más que nunca y que a la vez se creen más empresas que nunca. Si bien es cierto que se forman más startups, estas empresas no están alcanzando el éxito al ritmo que lo hacían sus homólogas hace unos años.
Pese a ello, no paran de nacer empresas principalmente por el fácil acceso a la generación de emprendimientos de bajo coste y alto impacto, siempre con el deseo de convertir nuestra idea en un caso de éxito. Términos como “prototipado”, “MVP”, “iterar” o “tracción” forman parte del lenguaje habitual del sector del emprendimiento, pero este artículo no está dirigido sólo a vosotros, emprendedores, sino también y especialmente a los que no están familiarizados con dicha jerga. Así pues, no te asustes si lo anterior te suena a chino o si no te gustan las tazas con mensajes como el de abajo. Este post también es para ti, especialmente para ti.
Puesto que todos amamos los beneficios de la mentalidad startup, de esta forma ágil de pensar y trabajar, ¿podemos aplicar también la mentalidad emprendedora a cualquier industria sin importar el tipo y tamaño de la empresa? Y, más importante aún, ¿podríamos aplicarlo a nuestro desarrollo personal? Según diversos estudios, la respuesta a ambas preguntas es… definitivamente sí. De hecho, ambos están más unidos de lo que pensamos.
Ésta es también la visión de Eric Ries, una de las mayores autoridades en el campo del emprendimiento y autor de The Lean Startup, libro que revolucionó el sector empresarial con conceptos sencillos y tan integrados hoy en día que un recién graduado no podría creer que no existían hace unos pocos años (otro ejemplo de lo rápido que se mueve el mundo). En su último libro, The Startup Way, Ries concluye que tener y fomentar la mentalidad de startup es aún más importante cuanto más grande se hace la empresa. Y yo iría aún más lejos: tener la mentalidad de startup es más importante cuanto más crecemos personal y profesionalmente.
En este mundo interconectado en el que vivimos, los productos y servicios se crean más rápido y barato que nunca y con menores barreras de entrada que en el pasado. Sin embargo, lo que te funciona hoy, seguramente no te sirva mañana. Por lo tanto, adaptarse y abrazar el cambio se ha convertido en receta obligada para gestionar mejor estos ambientes de presión en búsqueda de creatividad e innovación.
Como vemos en la gráfica anterior, el ser humano necesitó 75 años para alcanzar 50 millones de usuarios de telefonía…y Pokemon Go necesitó…19 días.
¿Cómo podemos adaptarnos a esta sociedad cada vez más cambiante?
Cuanto más complejo es nuestro mundo, más simple debe ser nuestro mensaje
Emprender debe ser más una actitud que la mera creación de proyectos o empresas. Es un estado de ánimo que nos mantiene ávidos de conocimiento, en búsqueda permanente de reinventarnos y de perseguir una versión mejorada y actualizada de nosotros mismos.
Y la realidad nos muestra que apenas hay diferencias entre las empresas grandes, las startups e incluso los individuos…Todos queremos crecer y progresar.
“Si tanto odias a las grandes empresas, ¿por qué estás intentando crear una?»
(Eric Ries a un grupo de emprendedores)
¿Qué están haciendo las empresas grandes, los pequeños emprendimientos y las personas como tú y como yo para adaptarse al cambio y mantener la actitud del emprendedor?
- Pedir asesoramiento a personas ajenas a la empresa.
La diversidad es más poderosa que la conformidad. Grandes empresas están contratando a emprendedores –que no conocen el negocio- para que les aporten ideas frescas y les ayuden a actuar siguiendo los principios de flexibilidad e innovación que caracterizan al mundo de las startup. Las empresas pequeñas a su vez están buscando asesoramiento en personas con mucha experiencia y que en su mayoría proviene del lado opuesto (empresas grandes; curiosa paradoja). Y las personas como tú y como yo, ¿a quiénes “contratan”? ¿pedimos feedback y consejo a gente que piensa distinto a nosotros?
- Intentan vivir con el espíritu del Día 1.
- Entienden que el “crecimiento de una empresa también requiere del crecimiento de la gente que está dentro de ella” (Joe Zadeh, VP de Producto de Airbnb).
Las empresas que piensen en su propio crecimiento y no en el de sus empleados se quedarán atrás. Las personas que no piensen en ayudar al crecimiento de los que les rodean también quedarán relegadas. El éxito de nuestra profesional dependerá en gran medida del éxito del entorno que nos rodea y viceversa.
- Asumen que crecer rápido es doloroso. “El crecimiento duele y no puede producirse sin dolor. Si duele, es que se está haciendo bien (Ari Gesher).
Nuestro crecimiento personal y profesional a menudo viene acompañado de cierto dolor. Si incomoda, es que estamos creciendo. Si estamos cómodos, es que no estamos aprendiendo…
- Mantienen su espíritu joven empoderando a las siguientes generaciones.
Si queremos dejar un legado, una buena práctica es pedir ayuda a las generaciones más jóvenes porque al fin y al cabo, nuestro legado será para ellos… Y de paso nos hará sentirnos más jóvenes. La juventud es un estado de ánimo…
Es hora de ver el emprendimiento no sólo como la creación de proyectos y empresas, sino como el profundo cuestionamiento del status quo en cada aspecto de nuestra vida.
¿Puedo vivir mejor?
¿Puedo hacer que otros vivan mejor?
¿Puedo dejar un legado?
Seguramente no encontremos las respuestas fácilmente, pero hacernos preguntas como éstas nos ayudará a mantener el “espíritu startup” y a adaptarnos más fácilmente a este fabuloso e incómodo amigo llamado cambio.
Os dejo con un ejemplo sobre esta mentalidad de startup, de cuestionarse las cosas, de aceptar ideas opuestas, que quizá os traiga buenos recuerdos a más de uno/una…
http://www.youtube.com/watch?v=wKEZRv9GUEc (versión en español)
Deja tu comentario